La cosmética, por desgracia para la mandataria, no alcanza para maquillar estas cifras ominosas sobre el Gobierno, aunque hay quienes tienen la cara tan dura que intentan no darse por aludidas.
La encuesta de Ipsos que publicó ayer Perú21 indica nuevamente que la aprobación de la gestión de Dina Boluarte se mantiene estrechamente cercana al cero.
La cosmética, por desgracia para la mandataria, no alcanza para maquillar estas cifras ominosas sobre el Gobierno, aunque hay quienes tienen la cara tan dura que intentan no darse por aludidas.
Ha subido un punto porcentual el Ejecutivo, comparando esta con la anterior medición, cierto, pero se trata de un saltito que bien podría calificarse de pírrico, considerando la enorme desaprobación ciudadana que, eso sí, no deja de aumentar: 92%.
El esfuerzo de promulgar medidas demagógicas, abiertamente populistas, y a la vez dañinas para pequeñas y medianas empresas locales –además de empujarlas fuera de una formalidad que a muchas de ellas les cuesta mantener– no ha surtido el efecto esperado.
La búsqueda de recuperar popularidad, floreando a su gobierno en cada discurso que airea en los desplazamientos que realiza a provincias o distritos, donde aprovecha también para atacar a la prensa y a las encuestadoras, por ejemplo, le ha servido de poco y nada.
Como tampoco la ayuda mantener sentado tan cerca de ella, en el despacho principal del ministerio del Interior, a un verdadero lastre para su gobierno y para la lucha contra criminalidad y la corrupción en el Perú, como es Juan José Santiváñez.
Pero la presidenta de la República es pertinaz, por no usar un adjetivo más adecuado, y prefiere seguir apostando por un funcionario genuflexo en lugar de buscar uno que sea competente, para afrontar en serio, con profesionalismo, la que es la preocupación más grave de los peruanos: la seguridad ciudadana.
Y si al Ejecutivo le va así de mal, al otro poder del Estado, el Legislativo, tampoco es que se le identifique con valores como la honradez y la eficiencia.
Su índice de aprobación es de apenas dos dígitos por encima del de Dina.
El de desaprobación es mayúsculo también: 88%. Los dígitos son también contundentes respecto al presidente del Congreso, Eduardo Salhuana. El 61% de la población respalda su censura por lo que se presume fue una red de proxenetismo en el Parlamento, y que quedó al descubierto luego del asesinato de una de sus trabajadoras.
Los peruanos ya están al tanto de que sus gobernantes no están a la altura de la responsabilidad. Si esta situación continúa empeorando, las consecuencias pueden ser imprevisibles.(PERÚ 21)