Secretos revelados. Informes del ex embajador John Hamilton al Departamento de Estado indican que Alberto Fujimori confiaba en la primera dama porque estaba seguro de que su hija nunca lo contradiría en público.
Escribe: Ángel Páez
En medio de las protestas contra el fraude electoral y la re-reelección de Alberto Fujimori, y la revelación de actos de corrupción atribuidos a su asesor personal Vladimiro Montesinos, entre julio y agosto del 2000, repentinamente, apareció varias veces en la prensa la entonces primera dama Keiko Fujimori con un discurso conciliador que buscaba promover el diálogo entre las partes. Una de las afirmaciones más llamativas de la hija del mandatario fue que Montesinos había cumplido con su tarea y debía asumir una función pública.
Según reportes secretos que despachó al Departamento de Estado el embajador norteamericano en Lima, John Hamilton, documentos a los que tuvo acceso La República, la actuación de Keiko Fujimori era maniobra con evidentes fines distractivos.
Hamilton, de acuerdo con los reportes que envió a Washington el seis y el 22 de agosto de 2000, contradice la versión de la ahora candidata Keiko Fujimori, en el sentido de que combatió al asesor presidencial de su progenitor.
“(Fujimori) confía en la manera (que tiene Keiko Fujimori) de hacer relaciones públicas porque sabe que ella nunca lo contradirá en público”, señaló Hamilton.
El 26 de julio del 2000, la revista Caretas –claramente de oposición al régimen–, publicó una sorpresiva entrevista a Keiko Fujimori en la que lanzó la siguiente afirmación, dos días antes de que su padre asumiera su tercer mandato en medio de una crisis política: “Creo que él (Vladimiro Montesinos) ha hecho un buen trabajo respecto a la erradicación del terrorismo y del narcotráfico, pero también creo que ya cumplió su trabajo”.
Y la entonces primera dama, en un contexto en el que el país ardía por la re-reelección fraudulenta de Fujimori, añadió, con aparente convencimiento: “Estoy contenta porque mi padre ha dicho que el doctor Montesinos debe pasar a ocupar un cargo público. Así lo van a poder fiscalizar y tantos rumores que existen sobre él van a desaparecer”.
Palabra de embajador
Keiko Fujimori no era una ingenua. Se había graduado en la Universidad de Boston en 1997, y aunque mantuvo un perfil bajo y casi nunca concedía entrevista a la prensa, sabía sobre las acusaciones contra su padre Alberto Fujimori y su consejero Vladimiro Montesinos. Y estaba al tanto de las imputaciones contra éste, a las que denominaba “rumores que van a desaparecer”.
Para el embajador Hamilton, lo dicho por Keiko Fujimori a la revista carecía de sustento.
“La lectura correcta sobre Montesinos (...), es que el asesor en la sombra probablemente no se quede parado ante un escrutinio público hasta el fondo, lo que implicaría que no ocupará una oficina pública”, señaló en el reporte del seis de agosto del 2000.
“Fujimori no se despedirá así nomás a Montesinos y lo forzará a ocupar una humillante oficina pública. Más bien, el presidente busca alguna manera para que Montesinos tenga tiempo para defenderse de sus detractores, y luego dejar su despacho con dignidad”, explicó al Departamento de Estado el embajador Hamilton.
El diplomático, además, no solo desconfiaba en los dichos de Keiko Fujimori sino en que tuviera un verdadero poder de convencimiento sobre su padre Alberto Fujimori.
“Sin embargo, su habilidad para influenciar sobre lo que manifiesta su padre parece limitada. Es improbable que expresara sus opiniones sobre Montesinos y convocara a la reconciliación (nacional), oponiéndose a su padre”, razonó Hamilton.
El embajador norteamericano tuvo la razón.
El 28 de julio del 2000, el mismo día de la asunción de mando de su tercer periodo gubernamental, y cuando estaba en apogeo la Marcha de los Cuatro Suyos, el diario Expreso, entonces controlado por Montesinos, publicó una entrevista a Alberto Fujimori. El periodista, escribió: “(Fujimori) descarta desmontar, en lo inmediato, al Servicio de Inteligencia (Nacional, SIN) y despedir a su asesor Vladimiro Montesinos”.
Lo manifestado por Alberto Fujimori contradecía lo que había dicho Keiko Fujimori sobre la salida del gobierno de Vladimiro Montesinos, en la entrevista que Caretas publicó dos días antes, el 26 de julio.
Keiko Fujimori cuestionó resueltamente las protestas de los ciudadanos contra la re-reelección de su padre y los actos de corrupción de Montesinos.
La verdadera historia
La actual candidata por Fuerza Popular, quien asegura haberse enfrentado al ex consejero presidencial, declaró al diario oficialista Expreso, cuya línea editorial dominaba Montesinos mediante pago de sobornos al propietario y director Eduardo Calmell del Solar.
“La primera dama de la República manifestó que los luctuosos hechos ocurridos durante la denominada marcha de los Cuatro Suyos, el pasado 28 de julio, ‘han removido a todo el Perú’, y agregó que esos sucesos son ‘una muestra de irresponsabilidad política por parte de los organizadores”, publicó el periódico.
Para el embajador estadounidense quedó completamente claro que Fujimori mantendría en su tercer mandato a Vladimiro Montesinos. Y Keiko Fujimori, la que ahora afirma que luchó contra el asesor de su padre, continuó en su despacho de primera dama.
Hamilton quedó plenamente convencido de que las supuestas expresiones contra Montesinos de la primera dama Keiko Fujimori como del cardenal Juan Luis Cipriani eran en realidad expresiones acordadas con el propio Fujimori.
El embajador llegó a dicha conclusión cuando el 21 de agosto de 2000, en una inusual conferencia de prensa en Palacio de Gobierno, menos de un mes después de haber iniciado su mandato, Fujimori se presentó con Vladimiro Montesinos, confirmó que continuaba como su asesor de inteligencia y elogió su trabajo públicamente.
Esto fue algo parecido a una bofetada para quienes creían que dentro del gobierno Keiko Fujimori se oponía a Montesinos. A la misma convicción arribó Hamilton.
En el reporte secreto del 22 de agosto del 2000, escribió:
“Desde hace tres semanas se entiende que los pronunciamientos públicos contra Montesinos del arzobispo Juan luis Cipriani y de la primera dama Keiko Fujimori tenían el apoyo tácito del presidente Fujimori”, indicó Hamilton.
El ex embajador norteamericano señala en su reporte que al disponer Fujimori que Montesinos se quedaba en el poder, circuló la versión de que Keiko Fujimori “no aceptaría la decisión y que ella dejaría Palacio (de Gobierno)”, pero que eso finalmente no ocurrió.
La exhibición pública de Montesinos en Palacio de Gobierno no motivó a Keiko Fujimori a salir en los medios para expresar su oposición o desagrado, o al menos su enojo por la continuidad de un personaje que según ella era “malvado”. Por el contrario, continuó como primera dama del régimen y coexistieron hasta la fuga de su papá a Japón.
Keiko: “A mí no me consta que Montesinos cometió delitos”
Keiko Fujimori después del gobierno de su padre no ha deslindado radicalmente con las prácticas corruptas del ex asesor presidencial Vladimiro Montesinos Torres. El 13 de enero de 2008, por ejemplo, en el programa “Cuarto Poder” le preguntaron sobre las actividades ilegales de Montesinos, como la participación de este en las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, y ella dudó de la responsabilidad de este.
“Ratifico que a mí no me consta que el señor Vladimiro Montesinos haya cometido delitos”, afirmó Keiko Fujimori no obstante que en ese momento el Poder Judicial lo había sentenciado por numerosos crímenes y actos de corrupción gubernamental.
“Pero alguien le ordenó y quién fue es la pregunta”, le indicaron los periodistas, pero la mortificada Keiko Fujimori contestó: “Eso lo determinará la corte”. Efectivamente, con el transcurso del tiempo, el Poder Judicial comprobó la participación de Montesinos en actividades criminales y corruptas, con la anuencia de Alberto Fujimori. Keiko Fujimori, sin embargo, considera que su padre fue “engañado” por Montesinos.
También ante el Poder Judicial la ex secretaria personal de Montesinos, María Angélica Arce, declaró que Keiko Fujimori visitaba con frecuencia el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y sostuvo encuentros con el ex asesor presidencial, con quien mantenía un trato afable. La candidata afirma que la versión no es cierta.(la república)