EUGENIO D'MEDINA LORA
De pronto, han aparecido varios "expertos en descentralización". Hablan de "regionalización destructiva" y participan en mesas de análisis, pero no los escuchamos para defender la descentralización en los pasados doce años. Hoy la atacan. ¿Basados en qué? En presuntos actos de corrupción de unos cuantos presidentes regionales. ¿Y adónde apuntan esos "expertos"? Pues a crear una ola de opinión pública para re-centralizar el país.
A esos "expertos" se les podría responder muchas cosas, pero me concentraré ahora solo en tres. Primero, no ha existido regionalización en los últimos doce años. Ese proceso se truncó en el 2005 y nadie quiso avanzar en ello. Mal podríamos hablar de que algo "destruye" cuando no existe. Casi cartesiana la lógica. Segundo, la descentralización siempre contempló un monitoreo cercano, que lo hacía el Consejo Nacional de Descentralización desde el 2002 y que fue desactivado en el 2007, precisamente para establecer un sistema de alerta temprana que evitara casos como el de Álvarez en Áncash y para acompañar técnicamente la gestión regional. Y tercero, que plantear una descentralización a base de los municipios es falaz, tanto porque hemos tenido alcaldías desde siempre conviviendo con el centralismo, como por el hecho de que las mayores corruptelas de los gobiernos sub-nacionales se encuentran en los municipios y no en los gobiernos regionales. Sorprende el acelerado encarcelamiento de Santos, mientras se permiten las corruptelas de alcaldes distritales coludidos con las mafias de traficantes de tierras.
Hay algo más. Re-centralizar bajo un régimen de las características del actual es peligrosísimo, porque implica darle más poder a un gobierno central que claramente está manejado por una maquinaria orientada a un proyecto de permanencia prolongada. Debilitar a los gobiernos regionales es parte de la estrategia.
En adición, debe entenderse que Lima es la más beneficiada con la descentralización. Re-centralizar el país va a poner sobre sus hombros más carga de la que precariamente puede soportar. El centralismo nos trajo el caos y el desorden a Lima. No mejoró nuestra calidad de vida, sino la empeoró. No nos disparemos al pie.(correo)