Dicho recinto taurino, de casi 70 años, recibió su estocada final para que en futuro se edifique un centro comercial.
Los Volkswagen escarabajos, autos Datsun o camionetas Nissan de los 80 y mediados de los 90 eran ideales para que recorran la otrora Trujillo (La Libertad), y a los lejos se escuchara el perifoneo: “toros toros toros en Trujillo, toros de pura casta de Salamanca, Paiján y Chuquizongo”.
En aquel entonces era un niño más en una ciudad donde se “pisteaba” para jugar la pelota y corrías detrás de esos vehículos para tomar un afiche donde convocaban a la afición taurina. Nunca fui, pero mis padres sí.
Según la historia hasta tres plaza de toros tuvo Trujillo, digo tuvo porque la que bordea los 70 años, ubicada entre la avenida Eguren y España, fue destruida para construir un moderno centro comercial.
En esas épocas pude apreciar el tradicional film “El niño y el toro”, donde la bestia es salvada por el menor o el inolvidable Cantinflas el torero que da un gesto de comicidad a la tauromaquia; son quizá mi mayor acercamiento a una plaza de toros.
Años después, pude ver y disfrutar al grupo de toreros bufos conocidos con el nombre de “Ases del ruedo”, un conjunto de cómicos que utilizaban capa y espada para domar a un supuesto toro bravío como pretexto para hacer reír al público, siempre vestidos a la usanza de populares personajes de la época como “Cantinflas” o el “Chavo del ocho”.
Más allá de ser o no partidario de las corridas de toros, lo cierto es que la llegada de famosos matadores a la plaza trujillana durante fechas como en el Día del Trabajo (1 de mayo), 28 de julio o por la fiesta de la primavera, se convirtió durante muchos años en el sello característico que acompañó el jolgorio de las festividades.
En un portal taurino se hacía referencia a nombres de reconocidos toreros en el mundo del entretenimiento como los de Francisco Rivera “Paquirri”, Manuel Benítez “El Cordobés” o Santiago Martin “El Viti”, quienes atraían multitudes e incitaban al entusiasmo del respetable que acompañaba la faena con los tradicionales “oles”.
Curiosamente, y en un pasado reciente, la Plaza de Toros adquirió nuevos bríos luego de convertirse en escenario del Concurso Nacional de Marinera. Sus tribunas repletas de público, no mostraban ni el más leve presagio de lo que sucedería tiempo después.
Durante esta semana, se ha iniciado en la Plaza de Toros de Trujillo un proceso de demolición que tendrá como corolario la construcción de una moderna galería comercial en la zona. De esta manera, el coliseo inaugurado un 26 de diciembre de 1943, pasa a ser solo un agridulce recuerdo.
Luego de ver como se termina toda una etapa taurina en la ciudad, es inevitable pensar si me perdí de algo al no asistir a una corrida, si no experimenté la tan mentada emoción de ver a un hombre luchar contra una fiera o de abusar de ella, según sea el caso.
Sin duda, quedan en el norte otras plazas que seguramente recibirán a los aficionados, mientras dure la polémica sobre si el toreo es un arte o un acto procedente del más salvaje de los instintos humanos.
Mientras tanto, quedará registrado para la posteridad que la Plaza de Toros de Trujillo, que soportó el paso de imponentes ejemplares de las más renombradas ganaderías, no pudo resistir el embate de la modernidad y finalmente las necesidades del creciente desarrollo financiero de Trujillo le propinaron la estocada final.
Dato: El Patronato Cultural Taurino de Trujillo expresó que el terreno donado por una empresa azucarera en 1941 solo es para construir un coso taurino y no otro giro inmobiliario.
Por: Davinton Castillo (RPP)