Este monumento fue construido en Alemania, en su totalidad. Su construcción duró cuatro años, un mes y 25 días. Hoy el monumento tiene 83 años de antigüedad.
Según los comentaristas, el Monumento a la libertad, representa lo más preciado del ser humano, el amor a la libertad, y el reconocimiento a los ilustres hombres.
Visitar la ciudad de Trujillo, capital de la región La Libertad, supone acudir a su plaza de armas, donde el Monumento a la Libertad, se erige imponente. Construido a base de mármol travertino, hace ya ochentitres años, este monumento nacional es un homenaje a la independencia de la Intendencia de Trujillo, hecho histórico que precedió nuestra emancipación a la corona española.
El director del Archivo Regional de La Libertad, doctor Napoleón Cieza Vilca, nos cuenta que el Monumento a la libertad, ubicado en el corazón de la plaza de armas, es obra del escultor alemán Edmundo Moeller, quien fue contratado por la Comisión del centenario de la libertad de Trujillo, tras ganar el concurso de propuestas de monumentos en maquetas, que promovió la antes mencionada comisión.
El contrato celebrado por el escultor alemán y la comisión conformada por autoridades locales e ilustres personajes de la época se firmó un 14 de abril de 1924. En 15, fojas el contrato detalla los pormenores de la construcción de la obra, que implicó un costo de 22 mil libras peruanas (cuyo equivalente en dólares era a cuatro por libra).
Conocedor de la historia liberteña, el doctor Cieza Vilca relata que el Monumento a la libertad fue construido en Alemania en su totalidad, y que a pesar de que Moeller se comprometió a elaborarlo en 14 meses, corridos desde la primera entrega de dinero, su construcción duró cuatro años, un mes y 25 días.
La primera piedra del Monumento a la libertad, el cual remplazaría a la pileta que hoy se erige en la plazuela El Recreo, fue colocada el 10 de mayo de 1925. Cuatro años después, en diciembre de 1929, la obra sería inaugurada por el entonces presidente de la República Augusto B. Leguía. La madrina fue una distinguida dama de la época identificada como Carmen Rosa de Angulo.
Al culminar su obra, el escultor alemán las trajo a Trujillo en partes transportables y tras su arribo, junto a un equipo de operarios alemanes, supervisó personalmente su levantamiento. “El escultor y sus operarios viajaron en primera clase desde Hamburgo (Alemania) al puerto Chicama y Salaverry. Los pasajes fueron cubiertos por la Comisión del Centenario”, reveló el doctor Cieza Vilca.
Además de un grupo de operarios, Edmundo Moeller trajo al arquitecto Juan Ricci para que dirigiera el armado del monumento. El gestor de la ley que permitió la creación del mismo fue el entonces diputado liberteño Enrique Marquina.
Por su trabajo el escultor alemán recibió las condecoraciones “Orden del Sol”, “La cátedra honoraria de la Universidad Nacional de Trujillo”, y “La ciudadanía honoraria de Trujillo”. Además del dinero del concurso se le encargó realizar numerosos encargos, entre ellos los bustos del entonces presidente Augusto B. Leguía y del entonces alcalde de Lima Andrea Dasso.
Respecto a lo que representa el Monumento a la libertad, el director del Archivo Regional de La Libertad nos detalla, “según los comentaristas representa lo más preciado del ser humano, el amor a la libertad, el recuerdo y el reconocimiento a los ilustres hombres que nos dieron la independencia”.
La construcción del monumento también generó críticas, según el historiador Alberto Pinillos, quien tiempo atrás reveló a RPP “acá en Trujillo hay un sector que deja que se produzcan los errores para después gritar, en el año 29, ver un ángel con sus partes púbicas al descubierto dio origen a muchas leyendas, que su miembro viril es muy grande, que pasaron unas monjitas, lo vieron, gritaron y lo cortaron después, no como está es natural, así está en la maqueta”.
Hoy el monumento tiene 83 años de antigüedad, y nada nos impide a los que visitamos la plaza de armas de Trujillo “una de las más grande a nivel nacional” que podamos deleitarnos de la máxima expresión barroca trujillana.
Por: Julia Góngora Díaz (RPP)