Por: Freddy Gálvez Delgado
“Cuando la naturaleza hace lo que hizo, los hechos, los adjetivos y las metáforas quedan vacíos de contenido…” (José Reinoso)
Según la opinión de los expertos, Japón vive actualmente los momentos más graves desde la Segunda Guerra Mundial.
El terremoto, el tsunami y ahora el temor a la crisis nuclear, así como el despertar de un volcán que estuvo apagado durante más de medio siglo, han servido para exteriorizar el admirable comportamiento del ciudadano japonés.
La cultura de prevención quedó demostrada minutos antes de la tragedia cuando fueron utilizados todos lo medios posibles para anunciar la catástrofe que se avecinaba.
Altavoces, radio, televisión, correos electrónicos y hasta celulares fueron empleados para advertir a la población del peligro.
Sin embargo, el embate marino fue mucho más pavoroso que lo imaginado causando miles de víctimas.
Luego del cataclismo, la ejemplar actitud de la población se manifestó en cada una de sus acciones.
A pesar del comprensible temor, jamás se perdió la calma, el orden y la reacción serena y meditada.
La conducta cívica de los damnificados siempre estuvo de presente a pesar de la angustia, la sed y el hambre.
En medio del desastre, sin policías, ni leyes, no hubo el menor indicio de saqueo, pillaje, vandalismo, ni acciones violentas.
A todo ello debe añadirse el elevado espíritu solidario de la gente preparada para actuar en auxilio del vecino, no con lo que le sobra, sino aún con aquello que le hace falta.
Los centros comerciales contribuyeron con su cuota de bondad. No escondiendo, ni acaparando los artículos para venderlos más caros, sino racionándolos para que todos se beneficien por igual a precios rebajados.
En esta oportunidad salieron a relucir aquellas características que identifican y diferencian a los japoneses.
Jamás abandonaron el chitsujó (orden), ochitsuki (serenidad), gaman (paciencia) y shikata ga nai (estoicismo).
Todas estas formas de actuar son enseñadas y entrenadas por el pueblo japonés desde los primeros años de la infancia en el hogar y reafirmadas en la escuela.
Lo ocurrido en Japón debe llevarnos a la reflexión: No olvidemos que el Perú forma parte del temible Cinturón de Fuego del océano Pacífico. Adoptar las medidas preventivas pertinentes es una necesidad impostergable.
Nos aunamos al dolor de la nación oriental y hacemos votos para que, bajo la protección de Kamisama (Dios), logre sobreponerse de esta catástrofe que conmueve al mundo entero…
“Cuando la naturaleza hace lo que hizo, los hechos, los adjetivos y las metáforas quedan vacíos de contenido…” (José Reinoso)
Según la opinión de los expertos, Japón vive actualmente los momentos más graves desde la Segunda Guerra Mundial.
El terremoto, el tsunami y ahora el temor a la crisis nuclear, así como el despertar de un volcán que estuvo apagado durante más de medio siglo, han servido para exteriorizar el admirable comportamiento del ciudadano japonés.
La cultura de prevención quedó demostrada minutos antes de la tragedia cuando fueron utilizados todos lo medios posibles para anunciar la catástrofe que se avecinaba.
Altavoces, radio, televisión, correos electrónicos y hasta celulares fueron empleados para advertir a la población del peligro.
Sin embargo, el embate marino fue mucho más pavoroso que lo imaginado causando miles de víctimas.
Luego del cataclismo, la ejemplar actitud de la población se manifestó en cada una de sus acciones.
A pesar del comprensible temor, jamás se perdió la calma, el orden y la reacción serena y meditada.
La conducta cívica de los damnificados siempre estuvo de presente a pesar de la angustia, la sed y el hambre.
En medio del desastre, sin policías, ni leyes, no hubo el menor indicio de saqueo, pillaje, vandalismo, ni acciones violentas.
A todo ello debe añadirse el elevado espíritu solidario de la gente preparada para actuar en auxilio del vecino, no con lo que le sobra, sino aún con aquello que le hace falta.
Los centros comerciales contribuyeron con su cuota de bondad. No escondiendo, ni acaparando los artículos para venderlos más caros, sino racionándolos para que todos se beneficien por igual a precios rebajados.
En esta oportunidad salieron a relucir aquellas características que identifican y diferencian a los japoneses.
Jamás abandonaron el chitsujó (orden), ochitsuki (serenidad), gaman (paciencia) y shikata ga nai (estoicismo).
Todas estas formas de actuar son enseñadas y entrenadas por el pueblo japonés desde los primeros años de la infancia en el hogar y reafirmadas en la escuela.
Lo ocurrido en Japón debe llevarnos a la reflexión: No olvidemos que el Perú forma parte del temible Cinturón de Fuego del océano Pacífico. Adoptar las medidas preventivas pertinentes es una necesidad impostergable.
Nos aunamos al dolor de la nación oriental y hacemos votos para que, bajo la protección de Kamisama (Dios), logre sobreponerse de esta catástrofe que conmueve al mundo entero…