Con la captura de Pier Panduro, alias ‘El Italiano’, la policía espera no solo esclarecer el crimen de Paul Flores, vocalista de Armonía 10, sino otros homicidios calificados como el del excongresista Oscar Medellius.
En marzo, Pier Ángel Panduro Verástegui, alias ‘El Italiano’, recibió la promesa de que le pagarían un buen dinero “por un encargo”. El día 16 asesinó al cantante Paul ‘El Ruso’ Flores, vocalista de Armonia 10, en San Juan de Lurigancho. Después de cometer el crimen, el sicario huyó, sin advertir que un testigo clave sería detenido y terminaría delatándolo ante la policía.
Hace veinte años los homicidios por encargo constituían un misterio en el universo de la Justicia penal peruana. Casi no existían condenas por homicidios concretados por promesa remunerativa debido a las dificultades para poder probar el vínculo entre el autor material del asesinato y el instigador.
Hasta mediados del 2010, la mayoría de los homicidios cometidos por sicarios tuvieron como víctimas a narcotraficantes. Una década después llegaron sicarios venezolanos. Este fue el caso del empresario Isaac Hilario, victimado en el centro comercial Risso, en Lince.
Desde la explosión de la actividad narco hasta la presencia de los ‘gota a gota’ y la explotación sexual, el negocio de la muerte se extendió a otras ramas del delito y matar a cambio de dinero se convirtió en una actividad atractiva para algunos delincuentes.
Según la División de Homicidios, el sicariato constituye la actividad que tiene la mayor demanda de asesinos a sueldo. Por ejemplo, en los penales de Lima, el Callao y La Libertad, ofrece los servicios de hombres dispuestos a matar a cambio de dinero.
Pero, ¿quiénes están detrás de estas redes y mentes criminales?
Mariano Altamirano Ramos, alias ‘Marianito’, es uno de los implicados en el asesinato del cantante Paul Flores. Al ser detenido dio detalles que permitieron identificar y capturar a ‘El Italiano’.
Según declaró, el 15 de marzo al promediar las 11:00 p.m., él se encontraba Jorge Reyes Miranda. Conducía un automóvil cuando Pier Panduro Verástegui, les exigió, bajo amenazas, trasladarlo. “Me dijo que, si no lo conducíamos nos mataría”, afirmó en su manifestación.
‘El Italiano’ subió al asiento posterior del coche. Cuando llegaron a una clínica en San Juan de Lurigancho, pidió detener el vehículo. “Se le notó desesperado”, dijo Marianito.
“Dio la impresión que hubiera visto a una persona a quien buscaba”, explicó. Y gregó que ‘El Italiano’ bajó del vehículo antes de que el bus de Armonía 10 pasara por la avenida Próceres de la Independencia.
“Vámonos porque esto me huele mal”, le dijo ‘Marianito’ a su amigo.
De acuerdo a la Policía, el ataque criminal fue perpetrado por Pier Panduro y por Angelo Piero Velázquez Moreno, alias ‘Narizón Angelo’, quien conducía la motocicleta desde donde se efectuaron los disparos que acabaron con la vida del vocalista de Armonía 10.
‘El Italiano, un exconvicto que estuvo preso 8 años en el penal de Lurigancho por robo agravado, será investigado también por los asesinatos de José Jurado Carbajal, ‘Bocón’, el 10 de febrero del 2025; de Miguel Salas Briones, y de Jonathan Malco Oré.
El negocio de la muerte
El perfil de los sicarios se replica en diversos distritos de Lima y otras ciudades del país como La Libertad, Piura, Tumbes, Lambayeque, Callao, Ica, Arequipa, Loreto, Ucayali, Madre de Dios.
En el caso de ‘El Italiano, las investigaciones no concluyen con el asesinato de Paul Flores. Por el contrario, es solo recién el inicio de una cadena de homicidios que tendrán que ser esclarecidos.
Por lo pronto, la policía asegura que este sicario estaría también implicado en el asesinato del excongresista Óscar Medelius Rodríguez, ocurrido el 10 de febrero en Carabayllo.
Esta versión refuerza la hipótesis de que El Italiano forma parte de una estructura criminal mayor. La lista de casos es inagotable.
El sicariato como servicio criminal se consolidó en Colombia en la década de los 80, con el auspicio de los carteles de Medellín y Cali, las nacientes Autodefensas paramilitares y las guerrillas. Estas organizaciones contrataban jóvenes de las ciudades, la mayoría de escasos recursos, para que ejecutaran atentados en contra de sus enemigos del bajo mundo, de la Fuerza Pública y de los políticos que se atravesaban en su camino.
En la actualidad estos servicios se han especializado tanto en Colombia como en Venezuela, que organizaciones mafiosas del Perú suelen contratar matones de esos países para ejecutar sus conspiraciones.
“El sicario peruano es tan peligroso y peor también, pero cuida sus balas. Con uno o dos tiros es suficiente, en cambio, los ‘gatilleros’ venezolanos no se conforman, para ellos es preferible asegurar vaciando la cacerina. Tienen un instinto criminal desmedido”, dice el coronel Víctor Revoredo. (LA REPÚBLICA)