Por: Dionicio Mantilla León
A menos de un año de haberse iniciado un nuevo ejercicio gubernativo en el país negros nubarrones van apareciendo en el firmamento los que van tiñendo de negatividad el escenario político y dibujando en él un horizonte de incertidumbre que va dejando graves secuelas en la economía nacional. Un clima peligroso que debilita las bases de nuestra democracia, la gobernabilidad y es propiciador de un golpe de Estado y el surgimiento de falsos redentores.
Nubarrones provocados por la tenaz pugna entre los dos principales poderes del Estado: Ejecutivo y Legislativo. Un Ejecutivo, presidido por un tecnócrata carente de liderazgo, sin sólidas bases partidarias y con un gabinete ministerial integrado en su totalidad por ministros, también tecnócratas, carentes de muñeca política para conducir sus carteras; y, en la otra orilla, un Congreso con representación de cinco agrupaciones políticas, pero con una de ellas, Fuerza Popular, de aplastante mayoría, con una gran carga de frustración por la derrota de su líder en el proceso electoral pasado y marcado por el estigma del autoritarismo.
Un mapa político con esas características tenía que devenir en un escenario de choques y poses matonescas con sabor, por un lado, a venganza y por el otro, a ingenuidad política. Y, haciendo un parangón, como los abusos cometidos por Jorge Grieve contra Paco Yunque, personajes de una obra literaria de César Vallejo.
A 10 meses y 27 días el gobierno ha perdido a 4 de sus ministros sometidos, en su mayoría, a la interpelación y censura. Número al que se agrega la interpelación y amenaza de censura al Ministro del Interior y se verá incrementado con la interpelación y posible censura a la Ministra de Salud. Resulta indiscutible que esta acción congresal está legitimada por la Carta Magna; empero, lo que carece de legitimidad es el “salto de garrocha” que dan los fujimoristas sometiendo directamente a interpelación en el pleno (y con ello a eventual censura) existiendo otros escalones previos como son las diversas comisiones del Congreso entre ellas las de Fiscalización y Constitución en donde puede ahondarse el enjuiciamiento a la labor ministerial.
Lo peor de todo es que muchos de los congresistas fujimoristas dejando traslucir su trasnochado afán de venganza actúan con autoritarismo y matonería adelantando opinión antes de escuchar al ministro y lanzando expresiones propias de un perdonavidas como: “Ministro, deje de lloriquear”, “Este ministro debe ser censurado”. “Pediremos su censura”. “Mejor dé un paso al costado”, “Renuncie antes que lo censuremos”, “Agradezca a su suerte porque ya hemos censurado a uno, si no lo censurábamos a Ud.” expresiones lanzadas con odio. (Esta última frase lanzada contra el Ministro del Interior, por Daniel Salaverry).
Obviamente que otra motivación para esta actitud de prepotencia está orientada a presionar a PPK a indultar al líder del fujimorismo hecho que más temprano que tarde el Presidente de la República lo va a hacer a cambio de gobernabilidad. Una medida complicada teniendo en cuenta la fuerte corriente anti fujimorista y la promesa electoral de no hacerlo.
Estos desencuentros políticos detienen el desarrollo del país al generar el olvido de algo esencial: LA AGENDA NACIONAL, esto es, el conjunto de temas de interés colectivo como: La reconstrucción nacional, la seguridad ciudadana, la reforma electoral, reforma policial, reforma del poder Judicial, reforma laboral, la paralización de obras de envergadura entre ellos los mega proyectos de irrigación como secuela de la corrupción de ODEBRECHT. Agenda cuyo cumplimiento no es competencia únicamente del Ejecutivo sino también del Legislativo.
Y provoca, asimismo, que el Congreso soslaye lo que la Constitución Política le señala como es, legislar, pues, desde su instalación, esta tarea es escasa dedicándose más a fiscalizar la labor del Ejecutivo, sin asumir, autocríticamente, la propia fiscalización de sus actos como la compra irregular de computadoras, el blindaje a más de una decena de congresistas fujimoristas corruptos y con certificaciones fraudulentas y, últimamente, el blindaje al Contralor de la República, Edgar Alarcón.
A pocos días de cumplir un año de ejercicio gubernativo esperamos que este negro panorama político sea cambiado por otro que tenga como objetivo trabajar por el fortalecimiento de la democracia, la gobernabilidad y el incremento de la economía nacional en un clima de seguridad y bienestar popular.