martes, 21 de julio de 2015

El cerro El Toro, otra vez

Por: Dionicio Mantilla León

Nuevamente el cerro El Toro hace noticia y nuevamente para dar a conocer lo que ya se ha convertido en rutina: La muerte de cuatro obreros mineros contratados por los dueños de una de las minas existentes en dicho cerro. Para nadie es difícil deducir que dicha muerte se haya producido por las malas condiciones laborales a los que habrían estado expuestos por la carencia de elementos de seguridad a proporcionar por el contratista.

Nuevamente, pues, nuestro querido e histórico cerro El Toro es protagonista de la noticia y, de esa manera, pone sobre el tapete del análisis la penosa realidad que soportan los obreros mineros. Moribundo como está el cerro El Toro, convertido hoy en una isla a la que nadie, salvo los dueños y los trabajadores, puede ingresar está camino a la extinción o muerte y con ello la muerte de parte de la naturaleza huamachuquina y de un fiel vestigio de su historia.

Un deprimente escenario ecológico que lacera el alma y va dejando su negra huella de muerte al contaminar las aguas de nuestros ríos y cubriendo de un manto fantasmal las comunidades aledañas: El Toro, Shirancmaca, Coigobamba, todo ello ante la insensibilidad de unos cuantos elementos inescrupulosos que se han enriquecido a costa de la explotación de nuestros hermanos campesinos contratados como obreros y a costa de la destrucción del cerro El Toro.

Del Cerro El Toro no queda más que un viscoso cascarón, el cual en cualquier momento va a hundirse enterrando así parte del corazón huamachuquino. Y, ahora, como vacío esta ya nuestro cerro ahora le toca el turno de asesinar a los cerros de Sitabamba, en Santiago de Chuco, a donde ya empiezan a emigrar los ambiciosos mineros fantasmales del Cerro el Toro, y , también, de Parcoy y Pataz con su terrorífica guadaña a destruir sus hermosos cerros hasta convertirlos en cascarones vacíos.

Triste realidad que se va dibujando poco a poco en nuestra región por la negligencia de nuestras autoridades regionales y provinciales que se rinden ante el seudo poder que tienen los dueños de los yacimientos mineros amparados algunos por amañadas concesiones y, otros, sin ellas. Hecho que siempre hemos reclamado y que, tercamente, hoy señalamos.
Se reconoce la importancia que tiene la minería para el desarrollo económico de nuestro país. Lo que es materia de condena es la zona y la forma en que se desarrolla esta actividad que no respeta para nada la fuente de vida como es el agua. Para los elementos inescrupulosos el oro es lo primero, no vacilando en contaminar y destruir la ecología, delitos que deben ser sancionados con todo el peso de la ley.

Las autoridades de todos los niveles de gobierno saben que la verdadera solución a este problema está en concluir EL MAPA DE LA ZONIFICACIÓN ECONÓMICA TERRITORIAL que defina las zonas de explotación minera y las zonas de explotación agrícola para que, de esta manera, ambas fuentes de riqueza se desarrollen armónicamente y contribuyan así al desarrollo de la economía nacional con absoluto respeto a la vida y bienestar de los pueblos. Sin embargo, esto es letra muerta para nuestros incapaces gobernantes; mientras tanto, poco a poco, los mineros inescrupulosos, como pirañas, van cubriendo del negro manto de la muerte nuestros verdes y fértiles campos agrícolas de la región.