"Por las rutas de Los Wamachukos”.
Texto y Fotos: Flor Elvira Vazallo Peña
Caminar por los rastros de los Wamachukos, es una gran sintonía, así nos enrumbamos el reciente fin de semana de enero, por las huellas de nuestros ancestros en la zona de Urpay, comprensión, Distrito Huamachuco, Provincia de Sánchez Carrión, Perú. El reconocimiento del sendero estaba dado a invitación de comuneros y en particular de una persona sensible en la querencia de su tierra, Doña, Nicanora Rodríguez de Vergara e hija Sylvia y demás descendientes ligados a sus raíces en la zona. Urpay, es un lugar cálido, florido y vistoso que inicia en el trayecto a Marcahuamachuco, próximo a la ciudad Capital, Huamachuco y colindante al Distrito de Sanagorán, allí se siente un clima templado, y su comunidad rural se dispersa entre terrenos. Un grupo de ciudadanos acompañados por comuneros, por primera vez iba al encuentro de sus tierras que inician en uno de los desvíos antes del portal que conduce a Marcahuamachuco, camino a la meseta, desde donde se aparta un angosto sendero que divisa con discreción. Al frente se observa la gran Meseta de Marcahuamachuco, el Complejo Arqueológico “Amaru” y así, la historia empieza a delinearse en el verdor de sus caminos.
EL CAMINO DE LOS ANCESTROS
El camino, inicia con la nueva ruta que encontramos con sorpresa e indicios del llamado “Camino Inka”, en todo el trayecto de unas tres horas fuimos a su reconocimiento, divisando muros intactos, otros derruidos o con intervención del hombre, pero en todo su contexto se siente la evidencia arqueológica. Doña Nicanora y comuneros de Urpay, muestran orgullosos este trayecto y en todo el recorrido afirman no haberse equivocado y al detenerse entre muros, con cuidado se observa la misma técnica de los Wamachukos, todo indica que allí está la mano del hombre, pasos y transito de nuestra cultura. Sus muros en piedra chica y piedra grande, tal como en la ciudadela de Marcahuamachuco, invita a la investigación correspondiente de estos hallazgos, pues no serían muros del Capac Ñan, sino muros Pre Inkas. En este trecho la flora, fauna y paisaje son otra bondad de la naturaleza pero no todo contrasta como dice el dicho, algo tenía que romper el encanto, cuando siguiendo la ruta, se va descubriendo con el avance del sendero, estragos de lo que no hace la naturaleza sino el hombre, de pronto una gran incoherencia rompe el contexto.
EL MULADAR QUE NO SINTONIZA
Entre esa magnética belleza como en los cuentos, un olor pétreo y sus estragos empiezan a sentirse y frente a nosotros surge un gran muladar de desechos es el contenedor más grande de basura en este medio, proveniente de la ciudad Capital Huamachuco, producto de una urbe que crece y se expande con una población numerosa en tiempo y espacio. El vertiginoso monstruo contaminante interrumpe la esencia de nuestros pensamientos cuando de pronto, ya no se puede respirar, son muchos metros de pesar aplastante que nos recuerda las tantas promesas de los gobiernos de turno que fue recargando el tacho más grande de nuestra tierra y cuyos desechos se arrastran en la profundidad de la loma y abismo como un hilo oscuro amenazante que quiere llegar al río y seguir contaminando sus aguas. Muchos de los desechos son llevados por la misma presión de las toneladas de basura que aumentan cuando la lluvia y el aire hacen efecto. Desde lejos observa distinta gente rastreando la basura, entre niños, adultos, madres, sin protección alguna y con la muerte frente por riesgo de la grave contaminación. Este nefasto lugar, que interrumpe la maravilla de Urpay, surge en los últimos años, por decisión política soportando el pesar o como lo interpretaran sus pobladores, como castigo de los “Dioses”… huellas que se tapan hoy con múdalares nefastos, sin tener en cuenta que por acá transitaron los ancestros. Y, aun cuando las malas especies corroen el espacio contaminante, resulta el punto clave para recordar que los urpayanos deben valorar sus caminos y el derecho que les asiste. En este contexto, el Camino Inka, se pierde, interrumpe y trata de sobrevivir para realzar de nuevo en su trayecto rumbo a sus orígenes de Urpay, ser admirado en su natural espacio que nos lleva hasta otro ángulo de las faldas del real Marcahuamachuco y nos hace volver a soñar.
RETOMANDO EL CAMINO
Quiero pensar ahora que atravesar dicho trecho, tomar aire, respirar y volver a proseguir el camino es señal de salvar este singular lugar que con su valor arqueológico, natural, paisajístico es verdadera belleza de la tierra y se muestra ante nosotros descubriéndonos lo que puede ser una nueva ruta arqueológica y de eco turismo cercana de recorrer. Más adelante y conforme se retoma el camino, el cielo se enciende y el paisaje se abre a través del tiempo.
Hemos continuado por un sendero de gradas casi naturales como si la misma tierra contribuyera a su forma, gradas de piedra o lajas, así entre la energía de las rocas, muros y el sol radiante de la mañana, continuamos entre flores silvestres como dalias y florcillas diversas, entre otras plantas naturales como el capulí, moras, tunas, cáptus, ortigas, eucaliptos y toda una variedad de flora por distraer la mente; como también ganado vacuno, asnos y algunos perros que nos salían al encuentro. Al promediar las dos horas llegamos a un sorprendente “mirador” natural, formado especialmente para el hombre y su entorno natural, desde lo alto se divisa el gran Río BADO, que discurre entre las paredes de los cerros, se nota turbio, sus moradores indican que antes transcurría “limpio”, pero que la contaminación minera y orgánica es fatal.
En este casual y misterioso lugar descansamos para observar la belleza de nuestro Marcahuamachuco, que se aproxima conforme se adentraba el camino, algo especial y extraordinario de contemplar… allí poco a poco se muestra la “Maravilla del Perú”, dejando la incógnita de este nuevo camino que conduce directamente a la Meseta de Marcahuamachuco y por ende a la gran ciudadela de la Cultura Pre Inca de Los Wamachukos.
OTROS INDICIOS
Para llegar hasta el mencionado “Túnel” y zona del “Tuco”, hay que continuar el camino y subir a otro contexto, este tramo es el más fuerte y como tal empiezan a surgir las retamas con su color amarillo y algunas espinas y moras silvestres. Antes de emprender la subida, se puede observar a la vez una especie de andenes en una de las laderas con la diferencia de no ser de tierra y sembrios, sino una formación de piedra o especie de lajas en gradería que impresiona observar.
Luego y tras varias horas de recorrido pasando por terrenos verdes y madereros, el otro objetivo es ubicar el llamado túnel subterráneo, otra de las incógnitas que persevera y menciona Doña Nicanora y sus comuneros. Y, como si la naturaleza se pusiera de acuerdo para aliviar la subida ingresamos por un paraje de eucaliptos que refrescan la mañana, un tanto exhaustos, arribamos a una especie de llano por donde a la vez pasa una trocha, allí se encuentra entre el terreno y camino un hoyo profundo que no se sabe hacia donde pueda dar, indican los moradores que siempre se abre a pesar de que con el nuevo camino se tapó el lugar, para la arraigada señora de Urpay, este túnel o grieta profunda es un misterio y forma parte de la historia de los Wamachukos, un lugar que según su intuición podría la salida de un camino subterráneo con destino a Marcahuamachuco… por allí debió haber salido el “Rey” sostiene, Doña Nicanora.
No muy lejos en la misma zona, se divisa una piedra singular con tres pliegues y forma circular, en el fondo se muestra la figura de una ave, según los moradores llamada la “Piedra del Tuco”, por que además en ese lugar cantan los tucos. Así también se habla de misterios y lugares de entierro que sus moradores cuidan con recelo, junto a la zona preservada, se encuentra un cementerio de los tiempos actuales, en sí todo una historia y leyenda que fuimos analizando en el típico almuerzo con papitas, ají de soltero y pórtola estilo Urpayano, con la sazón de la familia de Don Goyito, morador de Urpay, el personaje de la tradicional “Contradanza”.
SEÑAS
Esta experiencia nos deja SEÑAS… de este nuevo destino, algo singular por recuperar, sus huellas se estampan en el camino y su voz se siente en el murmullo del viento, en su sol radiante y en cada hálito de aire que alivia el calor de sus tierras. Urpay, es un lugar que a todos puede cautivar, un lugar para recordar y no olvidar, así como no olvidar que hay un RETO en sus caminos y que su valor no debe perderse en el recorrido de unos cuantos pasos. Urpay, en la Sierra Norte del Perú… nos recuerda que también como el gran Chachapoyas u otros tantos lugares del Perú profundo, tenemos hermosos lugares por rescatar y valorar. Urpay, una de las tantas maravillas naturales, se encuentra a poco tiempo de Huamachuco, la tierra natal de Don, José Faustino Sánchez Carrión, en La Libertad Perú.
“Hagamos de nuestros pasos un ánimo para llegar a sus caminos...".