Por: Luis Peña Rebaza
luisprebaza1@hotmail.com
Lic. en Educación
Cuando usted lea este artículo tendremos flamante ganador en la inesperada final de la Champions League, a realizarse en la ciudad de Múnich, capital de Baviera, sede que como tal fuera designara por la UEFA. Aquella urbe nombrada por Hitler la “Capital del movimiento”, por haberse fundado allí el partido nazi, y por ser la ciudad que dio vida a su carrera política a partir del putsch de Múnich o putsch de la cervecería, el fallido intento de golpe de Estado de noviembre 1923, del Partido Nacional-Socialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP) y por el que fueron procesados y enviados a prisión Adolf Hitler y Rudolf Hess, entre otros dirigentes y secuaces nazis, y en donde precisamente escribiera su libro Mein Kampf, o Mi lucha.
Sin duda que hoy por hoy aquel sujeto del bigotito al estilo Chaplin sería el más sorprendido e infeliz de ver en acción en el Allianz Arena, escenario en el que el conjunto local se muestra imbatible ganando sus siete partidos disputados hasta el momento, allí tendremos a dos protagonistas, el Bayern alemán y el Chelsea ingles, que en su plantilla profesional cuentan con jugadores provenientes de diversos continentes y razas, consideradas “inferiores” o “sub humanas”, especialmente de raza negra como el brasileño Ramírez, el marfileño Didier Drogba, estrella del Chelsea o en el Bayern entre otros a David Alaba, de nacionalidad austriaca, pero bastante alejado de aquel prototipo, rubio y ojos azules, que fue la obsesión del Furher.
Una situación que estoy seguro hubiese provocado uno de sus acostumbrados raptos de ira y locura en aquel megalómano cabo austriaco y pintor de brocha gorda, cuando niño azotado a menudo por su padre, autodidacta y empedernido lector, de voz chillona y gestos histéricos que embaucando a multitudes y a tontos, llegó al poder mediante un demagógico discurso intolerante y nacionalista, planteando una absurda superioridad racial y desencadenando el más sangriento conflicto que hasta hoy ha sufrido la humanidad. Un infeliz drama desatado en esa Europa que actualmente es un continente cambiante, con crisis económica, altos niveles de desempleo especialmente en España, Grecia y Portugal, con el repentino repunte de opciones políticas neonazis en ciertos países, uno de cuyos fundamentos es precisamente el odio e intolerancia contra los inmigrantes. De allí que sea muy bienvenida la victoria de Francois Hollande y el Partido Socialista en Francia, en donde el Frente Nacional, de extrema derecha, heredero del espíritu fascistoide del régimen colaboracionista de Vichy, quedó relegado a un tercer lugar en la primera vuelta, aunque obteniendo un preocupante porcentaje superior al quince por ciento del electorado.
Alemania y Múnich se han vuelto a vestir nuevamente de fiesta. Enhorabuena para la paz, el deporte, la alegría y la vida, no para presenciar los otrora actos vandálicos de las juventudes hitlerianas, las humeantes hogueras donde ardían los libros de Freud, de Bertold Brecht, de Thomas Mann y otros o las delirantes noches de Nürenberg donde manoseaban la música de Wagner, la misma que se escuchaba de fondo en los campos de concentración, Auschwitz, Treblinka, Buchenwald mientras conducían a las cámaras de gas a judíos, gitanos, homosexuales, anarquistas, socialistas, comunistas y cualquier ciudadano que con dignidad y valentía manifestara abiertamente su oposición a la dictadura totalitaria nazi.