HAN TRANSCURRIDO MÁS DE 100 DÍAS DE LA ASUNCIÓN DEL CARGO Y EL PRIMER MANDATARIO DE LA NACIÓN AÚN NO EVIDENCIA EL CAMBIO POSITIVO QUE OFRECIÓ Y NO GOBIERNA, PERO SI ASUME UNA POSICIÓN EQUIVOCADA COMO CONDUCTOR DEL PAÍS.
Por: Dionicio Mantilla León
Días previos al Pleno
Congresal para ver el voto de confianza al gabinete de Mirtha Vásquez se
produjo un hecho singular: Dos personajes con mensajes diferentes: mientras
Mirtha Vásquez sostenía en el Parlamento: “El gobierno no tiene la intención de
estatizar, ni hacer expropiaciones. El Gobierno
respeta la propiedad y promueve la inversión privada porque eso genera
empleo y reactiva nuestra economía factores indispensables para brindar una
mejor calidad de vida a nuestra población.”
Por su parte, Pedro Castillo en
un mitin en la Plaza de Armas de Bagua, en ese mismo momento, exclamaba: “Desde
acá, instamos al Congreso para que hagamos una ley conjunta sobre la
estatización o nacionalización del gas de Camisea. Es necesario darles a los
peruanos lo que el pueblo ha producido.”.
¿Son rivales o enemigos políticos? ¿El primer personaje acaso es un gobernante y el otro su opositor o sólo un simple agitador político?
Por sus expresiones y mensajes ambos personajes parecieran ser enemigos,
pero no, o al menos no debían serlo. El
primero, Mirtha Vásquez Chuquilín, Primera Ministra del Gobierno
nacional y, el segundo, Pedro Castillo Terrones, Presidente de la República del
Perú. El primero, buscando el voto de confianza exponiendo en el Parlamento, en
un marco de respeto y ponderación, la política de gobierno que seguirá y , el
otro, asumiendo una actitud de confrontación, altanera y de agitador de masas,
planteando una política contraria: la
estatización o estatización de los recursos naturales del país, vale decir
tocando la propiedad privada.
Actitud, de este último, que ya
se ha vuelto característica desde el inicio de su gobierno. Un yerro que le
resta muchos puntos en la aceptación ciudadana lo cual es un indicador de que
la ciudadanía no se ve representada en él y no lo ve como un Presidente de la República sino como un tipo
violentista y agitador de masas.
Actitudes y expresiones
presidenciales impropias de un verdadero Estadista que han traído siempre
fuertes repercusiones en el escenario económico del país generando ambientes
de preocupación e incertidumbre
evidenciados en el alza del precio del dólar y de los productos de primera
necesidad resultados que no son aceptados por Pedro Castillo arguyendo que “son
fruto de la animadversión que me tienen los grupos de poder económico que no quieren que un hombre del
pueblo como yo sea Presidente”.
A esto se une su exasperante silencio y su negativa a comunicarse a
través de los medios de prensa con el pueblo pues luego de haber transcurrido
más de 100 días continúa tomando como único canal de comunicación los mítines
en plazas y calles de la sierra y la selva, pero jamás convocando a
conferencias de prensa. A pesar de ser él quien debe liderar la superación de
los graves problemas del país deja eso en manos de la Premier, designa
ministros muy cuestionados (Guido Bellido, Iver Maraví, Luis Barrenzuela, Carlos
Gallardo, Juan Silva y Wálter Ayala) y no acompaña a los Ministros en el
desarrollo de sus tareas lo cual fortalece la inacción de la mayoría de ellos.
Algo peor, regresa del Encuentro Binacional realizado en Bolivia y en lugar de informar los resultados de dicha reunión y tomar el timón del barco del país, “bien fresco” se va a Chota durante 2 días a ver sus temas personales dejando que la Premier se haga cargo de las “papas calientes” y enfrente sola los graves problemas de mineros y cocaleros. En suma, Pedro Castillo Terrones, no gobierna, ni lidera el Estado peruano.
Ante la posición del Congreso sobre la vacancia presidencial Pedro
Castillo, asumiendo su acostumbrado rol de agitador pueblerino expresó su
disconformidad utilizando, no las conferencias de prensa, ni los mensajes a la
nación tal como es lo correcto, sino organiza mítines en las plazas públicas de
los pueblos del interior y empleando un lenguaje no acorde con su investidura
de primer Mandatario responde altanero: “En la vacancia sólo piensan los vagos
los que gobierno tras gobierno han vivido del Estado. Hoy extrañan la
mamadera”.
A ello se une su falta de
conocimiento y desubicación de la realidad nacional evidenciado por sus
declaraciones absurdas sobre como frenar la corrupción: “Crearemos un organismo
que supervise a las municipalidades, gobiernos regionales, ministerios, etc,
para ver a dónde va el dinero que les de el Estado”, cuando como todos
conocemos, ese organismo ya existe y es la Controlaría General de la República
dirigida por el economista Nelson Shack de meritoria labor hasta la fecha. El
comportamiento personal de Pedro Castillo y la forma improvisada, incapaz y desatinada de conducir los destinos del
país dejan mucho que desear.
En conclusión, luego de 100 días de gestión los resultados son negativos
pues hoy, hay más pobres en un país
rico, el dólar y los productos de primera necesidad han subido; no existen
obras significativas, no ha cumplido sus promesas de cambio y hay 204
conflictos sociales sin resolver; empero, como el mundo está al revés se va a
ir el miércoles “bien fresco” a Ayacucho a anunciar “los grandes logros” de su
gestión y, para colmo, pese a que a su Gabinete le han dado el voto de
confianza sigue vociferando contra el Congreso.
Conclusión: ¿Pedro Castillo es el Presidente idóneo que la ciudadanía
peruana merece? Según las últimas encuestas el 47 % de peruanos responde que:
¡NO! ¡NO!.