De pobladores a ciudadanos
Por: Luis Peña
Uno de los grandes desafìos que tiene ante sì la sociedad peruana, los liberteños y, en particular, nosotros los huamachuquinos, es superar la simple categorìa de pobladores para alcanzar la suprema grandeza de Ciudadanos, asì con mayùscula. El poblador solamente exige, muchas veces con justa razòn, el cumplimiento de sus derechos, en cambio el Ciudadano es aquel que ademàs cumple con sus deberes.
Poblador es quien va a las urnas a votar por trillada consigna, por tradiciòn o vieja imposiciòn familiar: el partido era de preferencia del papà o del abuelo; vota por un cacique o caudillo o acude por obligaciòn ante la latente amenaza de recibir una multa; en consecuencia, lo que hace en realidad es botar y no votar.
Ciudadano es aquel que deposita su voto por convicciòn, por una propuesta clara y coherente, un ideario y candidato que mìnimamente se ha dado el tiempo para conocer. Ciudadano es aquel que acude a votar por voluntad propia porque anhela un mejor horizonte, por lo tanto las elecciones debieran ser voluntarias. Vota en un marco legal sòlido y en un clima de plena libertad.
Poblador es aquel que ante una situaciòn de crisis, algo casi permanente en el paìs, expresa su repudio, su protesta, a menudo con palo, con la piedra, la toma de locales gubernamentales o el bloqueo de carreteras. Ciudadano es aquel que, ademàs de protestar, plantea sobre todo propuestas de soluciòn ante aquella crisis.
El poblador tolera la corrupciòn al decir de sus gobernantes que no importa que roben con tal que hagan obras. El Ciudadano exige transparencia en el manejo de los recursos pùblicos. El poblador es fàcil vìctima de los polìticos y politiqueros, cayendo alegremente bajo la demagogia y los embrujos de los piquitos de oro y encantadores de serpientes. En cambio el Ciudadano es consciente y crìtico de su realidad, no se deja mangonear, influenciar y seducir por la abundante propaganda, los gorros y polos y los cànticos de sirenas.
Finalmente, Ciudadano es aquel que hace la historia, poblador es quien la padece.
Entonces, como vemos la construcciòn de ciudadanìa es una necesidad impostergable. Planteado asì el dilema, por lògica deducciòn, surge espontànea la pregunta ¿a nuestros gobernantes actuales les conviene construirla?
Por desgracia, estoy convencido que la respuesta es negativa.