miércoles, 4 de abril de 2012

LA LLANURA DE PURRUMPAMPA


Por: Dionicio Mantilla León

Primera parte: Grandeza y agonía

Los cotidianos acontecimientos recogidos en las páginas de la historia de los pueblos la escribimos todos, pero las páginas de gloria de los mismos la escriben sólo los héroes, mártires y todos aquellos personajes cuya sabiduría y creatividad ponen a andar los motores de la civilización. Seres predestinados que dejan huella de su paso por este mundo a través de creaciones, obras materiales y obras bibliográficas convertidas en monumentos por la dimensión de su valor, monumentos que son amparados por el Estado declarándolos intangibles y promoviendo su rescate y correspondiente revaloración.

Nuestro país y nuestra región poseen un gran número de monumentos históricos de incalculable valor, razón por la cual merecen la consideración y la debida protección. Uno de ellos es un importante monumento que sirviera de escenario de muchas gestas heroicas descritas en hermosas páginas de la historia de nuestra patria. Es la llanura de Purrumpampa, ubicada al norte de la ciudad de Huamachuco y flanqueada por cerros y colinas, entre ellos, al norte, Sazón y Chochoconda, el primero de los cuales pareciera erguirse como vigía de la inmensa llanura.

Al hurgar en el crisol de mitos y leyendas, así como en los libros de la historia huamachuquina conocemos que dicho lugar sirvió de magnifico asiento del señorío de los Wamachukus, inteligente pueblo creador de una admirable cultura cuya influencia se dejó sentir en toda la sierra norte de lo que es hoy el Perú. Producida la conquista dicha llanura fue escenario del primer brote de rebeldía en contra de la invasión hispana en donde el legendario TTitu Atauche, pariente del Inca Atahualpa, asestara un duro revés a la retaguardia del ejército ibérico comandado por Pizarro que se dirigía por el cerro Sazón y la llanura de Purrumpampa hacia el Cusco.

Poco después, gran parte de ella fue escogida por los hispanos para fundar allí la ciudad de Huamachuco, pero manteniendo al norte de ella una extensa área de más de 100 hectáreas como reserva natural. Años después, fue también, escogido por Sánchez Carrión y Bolívar como lugar para la organización del ejército libertario triunfador después, en Junín y Ayacucho. Y, en ocasión de la infausta guerra con Chile, un 10 de julio de 1883, fue el holocausto imperecedero de la sangre patriota que defendió, en cruenta batalla y hasta las últimas consecuencias, la soberanía y el honor nacional.

Purrumpampa es pues un lugar sagrado, un santuario, monumento histórico, un bruñido cáliz en donde la sangre huamachuquina se inmoló para legarnos una patria libre. Pero, también, por ella sola, constituye un baluarte ecológico, nido de una flora y fauna espléndidas, una reserva natural que merece ser valorada en toda su magnificencia.

Sin embargo, la triste realidad que exhibe hoy es censurable desde todo punto de vista: Sirviendo de botadero de basura y letrina pública, depredado, completamente abandonado a su suerte en donde uno que otro macilento liclic se le observa caer y morir asesinado por la indiferencia de quienes tienen la responsabilidad de cuidar de su hogar, pero más terrible y condenable aún es la actitud de algunos ambiciosos vecinos del lugar, malos huamachuquinos que poco a poco han ido invadiéndola y obteniendo, con la complicidad y complacencia de malos burgomaestres huamachuquinos, títulos de propiedad a pesar de conocer que un monumento histórico y reserva natural no puede venderse porque es propiedad del Estado es decir de todos los peruanos y huamachuquinos en particular.

Conociéndose también de un inconsciente alcalde huamachuquino que poseyendo una mina de cal extraía descaradamente arcilla de dicha reserva natural dejando así enormes huecos agravando aún más su deplorable situación dejando como evidencia de su negativa acción sólo enormes huecos, acción cometida con la complicidad de los mismos regidores que sabiendo esto no dijeron nada. Y como cereza del pastel hace pocos años otro burgomaestre edificó en dicho lugar un local público también sin que nadie le diga nada.

La llanura de Purrumpampa es hoy, pues, un gigante herido de muerte, un monumento histórico que agoniza por la censurable desidia e irresponsabilidad de algunos malos huamachuquinos incomprensivos e indolentes comenzando por las mismas autoridades municipales que no valoran ni respetan lo que tienen. ¿Qué vienen haciendo o proyectan hacer las actuales autoridades ediles y algunos buenos vecinos por su rescate? ¿En suma, cuál podría ser el proyecto más viable a concretar para salvar a este nuestro monumento histórico? Le invitamos a escuchar la segunda parte de este informe: “EL RESCATE DE UN GIGANTE”.