El estupor generalizado y las interrogantes sobre el desarrollo del proceso político inaugurado el 28 de julio resumen las reacciones, diversas y contradictorias, que ha motivado la renuncia del presidente del Consejo de Ministros, a poco más de cuatro meses de haberse iniciado el gobierno.
La dimisión, irrevocable, marca el retiro de uno de los miembros del Ejecutivo más caracterizados del citado proyecto, desde los días de la campaña electoral, y de quien había sido el principal operador político de la administración del presidente Ollanta Humala. Con su alejamiento, por exigirlo así la legislación vigente, todos los integrantes del gabinete han tenido que poner a disposición del Jefe del Estado sus cargos.
Un vistazo a los comentarios que ha desatado la renuncia permite destacar como un rasgo común la percepción generalizada de que está ligada con el frustrado diálogo con el que el renunciante intentó, hace exactamente una semana, superar mediante negociaciones el delicado conflicto de Cajamarca; frustración tras la cual sobrevino la declaratoria del estado de emergencia en cuatro provincias de esa región.
También es materia de análisis y pareceres diversos la nominación del ministro del Interior y quien se hizo cargo del control del orden público bajo el estado de emergencia, como nuevo titular del Consejo de Ministros y principal figura del gobierno tras el Presidente de la República.
Más de un analista ha considerado necesario conocer los cambios en el gabinete para poder hacer juicios sólidos sobre lo sucedido, aunque ciertamente puede adelantarse la certeza de que los relevos serán fundamentales y seguramente decisivos.
La crisis ministerial, muy temprana según casi todas las opiniones, ha tenido entre sus factores de generación la conflictividad social y las expectativas ciudadanas heredadas de dos décadas de frustraciones y privaciones para las grandes mayorías, así como de autoritarismo y prácticas poco democráticas en algunos casos.
Es allí donde está el problema y donde deben apuntarse para encontrar las soluciones que lleven al país por la senda del desarrollo y la paz con justicia, en democracia, cuya preservación y profundización debe ser el norte de las decisiones que en este momento, ciertamente difícil, tome el Jefe del Estado.(la primera)