luisprebaza1@hotmail.com
Lic. en Educación
Nos encontramos escasamente a menos de diez años de la celebración de nuestro Bicentenario como nación independiente. Frente a ello y de cara a tan magno acontecimiento urge plantear una serie de desafíos que deben marcar la pauta, el norte que oriente el rumbo y la función del gobierno y la sociedad.
El primero de ellos tiene que ver con la reforma del Estado, ese aparato aun ineficiente, y burocrático, esa gran máquina que se mueve lentamente decía Farncis Bacon y que en sus tres niveles, provincial, regional y nacional, entrampa los procesos y vive de espaldas a las demandas y necesidades de las poblaciones olvidadas.
Un Estado en donde el tan ansiado proceso de regionalización y descentralización se ha tergiversado y en muchos casos solamente ha generado la aparición de nuevos cacicazgos, los otrora caudillismos regionales, con todos los engendros y males que su limitado accionar ocasiona en sus jurisdicciones y al país en su conjunto.
El segundo desafío tiene que ver con el tratamiento a la educación, la formación de los presentes y futuros ciudadanos, entendiendo que tan trascendental sector es la piedra angular del desarrollo. Allí en donde ese Estado siempre debe seguir desempeñando un rol fundamental en su mejora integral; en tal sentido, no debemos repetir el modelo chileno de municipalización y privatización que en la actualidad está demostrando su total fracaso.
El tercer aspecto a considerar plantea una eficaz y urgente política de inclusión social. En pleno Tercer Milenio no es posible seguir teniendo numerosos distritos y provincias en donde vergonzosamente se registran porcentajes de analfabetismo y desnutrición crónica infantil superiores al cincuenta por ciento. Allí donde los ciudadanos son tratados como seres humanos de segunda y tercera categoría y para quienes los beneficios del tan pregonado crecimiento económico no alcanzan.
El segundo desafío tiene que ver con el tratamiento a la educación, la formación de los presentes y futuros ciudadanos, entendiendo que tan trascendental sector es la piedra angular del desarrollo. Allí en donde ese Estado siempre debe seguir desempeñando un rol fundamental en su mejora integral; en tal sentido, no debemos repetir el modelo chileno de municipalización y privatización que en la actualidad está demostrando su total fracaso.
El tercer aspecto a considerar plantea una eficaz y urgente política de inclusión social. En pleno Tercer Milenio no es posible seguir teniendo numerosos distritos y provincias en donde vergonzosamente se registran porcentajes de analfabetismo y desnutrición crónica infantil superiores al cincuenta por ciento. Allí donde los ciudadanos son tratados como seres humanos de segunda y tercera categoría y para quienes los beneficios del tan pregonado crecimiento económico no alcanzan.
Ante tal situación de menosprecio, fácilmente se convierten en caldo de cultivo para las infaltables prédicas violentistas que pescando a rio revuelto buscar menoscabar este imperfecto sistema que pese a todo seguirá siendo el menos malo que hasta hoy hemos conocido. La anterior premisa nos puede garantizar en enorme medida la consecución de un país con seguridad ciudadana y paz social, otro desafío mayúsculo, que permita el pleno e integro desarrollo de las facultades de sus ciudadanos.
Entendiendo la suprema concepción de ciudadanía como aquella donde se exige derechos pero a la vez se cumple deberes, pues ciudadano es aquel que hace y construye la historia y el simple poblador es quien la padece.
Por último, es imprescindible conseguir un país con ética pública, en donde los ciudadanos no seamos tolerantes frente al descarado robo, la corrupción y los faenones y donde jamás debamos escuchar frases como: ”no importa que robe con tal que haga obras” y menos aun que la máxima autoridad deslice una frase tan infeliz como “la plata llega sola”.
Por último, es imprescindible conseguir un país con ética pública, en donde los ciudadanos no seamos tolerantes frente al descarado robo, la corrupción y los faenones y donde jamás debamos escuchar frases como: ”no importa que robe con tal que haga obras” y menos aun que la máxima autoridad deslice una frase tan infeliz como “la plata llega sola”.